El ácido tranexámico, descubierto en la década de 1960 por una científica japonesa, es conocido por sus múltiples beneficios en el campo de la medicina, como el tratamiento de trastornos de la coagulación sanguínea. En la dermatología y la cosmética, se ha demostrado que ayuda a reducir la pigmentación, las manchas oscuras y la inflamación, y a mejorar la textura y la firmeza de la piel. 

Contexto Histórico

En su historia, se destaca su uso como medicamento para tratar hemorragias, cirugías y procedimientos invasivos, ya que actúa como antifibrinolítico. En los últimos años, los dermatólogos han explorado su potencial en el cuidado de la piel y se encuentra en una amplia gama de productos cosméticos.

El ácido tranexámico funciona como un agente antifibrinolítico, lo que significa que inhibe la acción de la plasmina, una enzima responsable de disolver los coágulos sanguíneos. Esto permite que el cuerpo retenga más fibrina, lo que ayuda a prevenir la excesiva formación de coágulos sanguíneos. También ayuda a bloquear la producción de melanina en la piel, lo que resulta en una disminución de la pigmentación y las manchas oscuras, y aumenta la producción de colágeno y elastina, mejorando la textura y la firmeza de la piel.