Edición Noviembre 2022

Qué hacer en Lisboa en tu primera visita: comidas, lugares y vistas inolvidables.

Descubrir una ciudad tan rica como Lisboa, puede ser titánico si vas con el tiempo corto. Descubre conmigo qué sitios conocer para salir hecho todo un lisboeta.

Por: Jesús Alcalá

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‘’Incluso dentro de la comunidad europea, Lisboa es conocida como una ciudad encantadora’’, así lo comentó Manuel, un amable español con el que compartí historias de viajes y  largas caminatas a través de la hermosa capital lusitana. Lo que me hizo entender que no estaba en cualquier destino, sino en una de las joyas europeas por excelencia, Lisboa. La hermosa novia de las costas portuguesas. 


Sabores Inolvidables

No habían pasado ni cuatro horas de mi aterrizaje en la capital lusa y ya había probado al menos tres tipos de postres y dos pequeñas comidas. Y es que ese es uno de los primeros gestos de amor que te ofrece Lisboa, un despliegue gastronómico que enamora hasta al más renuente ¿mi gran favorito? sin lugar a duda los pastéis de nata, una especie de tartaleta de hojaldre con crema sabor a vainilla a los que me rendí plácidamente. Su historia es tan rica como su sabor, pues fue creada por los monjes del monasterio de los jerónimos en el siglo XVIII, y se cree que su receta original es conocida por no más de 7 personas en todo el mundo. Creo que en cada café por el que pasé pedí siempre un par y terminé descubriendo que cada lugar nuevo tenía un saborcito único e irrepetible.
Vista del estanque en el jardin Amalia Rodrigues
Tener a Manuel de guía fue todo un golpe de suerte, con gran agilidad pensaba en caminos alternos para evitar a las grandes multitudes, un don que adquieren solo los residentes, y que nos ayudó muchísimo para recorrer aquel colorido destino. Así llegamos sin darme cuenta al jardín Amalia Rodrigues, un rincón bañado de sol y acariciado por la brisa, este jardín se ubica en la cima del parque Eduardo VII, en donde tienes una vista relajante de un lago que sirve de espejo al hermoso cielo de la ciudad, además hay un moderno restaurante con un menú muy nutrido, el sitio acertado para llenarte de energía antes de empezar tu recorrido.

Un Barrio Irrepetible

Buscando un poco más de aquel encanto lisboeta, llegamos al Barrio Alto, un universo irrepetible que mezcla locales diversos que mezcla galerías para ver trabajos de artistas independientes, negocios familiares que llevan décadas, la melodía de la foda siempre presente, y restaurantes enigmáticos que te invitan a pasar horas en sus mesitas admirando la arquitectura de los alrededores.
Entre los encantos del Barrio Alto están sus miradores, que te ofrecen una vista panorámica del lugar, y que durante el atardecer te revelan un sinfín de colores, un espectáculo digno de mil obras de arte. En lo más alto está el mirador de San Pedro de Alcántara, que con sus pisos engalanados con mosaicos y sus calmados jardines te regala el escenario perfecto para sentarte a descansar de la caminata de subida, mientras admiras el juego de luces y colores que ofrecen las laderas de edificios junto al mar.

Plaza del Comercio

Una parada obligatoria en tu aventura por la capital lusitana es la Plaza del Comercio, en este espacio solía estar el palacio real hasta que el sismo de 1755 lo destruyera, pero de sus cenizas nació esta gloriosa plaza en forma de U que hoy alberga imponentes edificios y espacios abiertos para perderte viendo al horizonte. Mi entrada favorita a la plaza fue la del Arco de la Rua Augusta, se siente uno como si entrara a un universo de fantasía cuando pasas bajo sus hermosas columnas. Termina tu paso por la Plaza del comercio acercándote a su borde con el río Tajo, donde aún se pueden ver las antiguas escalinatas en donde desembarcaban los grandes monarcas al llegar al palacio real.

Mezcla de Historia y Magia

Algo para repetir mil veces es la visita al Panteón Nacional de Lisboa, un monumento construido sobre una de las muchas colinas lusas que recoge los monumentos funerarios de los portugueses más ilustres. Entre sus cúpulas revestidas en mármol, sus escalinatas misteriosas y sus pasillos llenos de arte, es misión imposible no sentirse dentro de las páginas de una novela de magia. Y arriba reposando sobre aquella maravilla arquitectónica se encuentra una amplia terraza, ofreciendo una mirada más acogedora de la ciudad.
Mi visita a Lisboa tuvo la suerte de concluir en Alfama, de la mano de uno de esos miradores eternos. Hay que visitar la capital lusa para entender por qué sus miradores son considerados uno de sus grandes tesoros. Ahí, pacíficamente reposando junto a la cúpula de Santa Engracia, se encuentra el mirador de Santa Lucía, este sitio lo tiene todo, los clásicos mosaicos portugueses, un techo de bugambilias entrelazándose con hojas de parra, y una vista al azul infinito de las aguas del Tajo. Una imagen tan hermosa que ahora entiendo por qué tantos cuadros han sido pintados en su honor.

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